Ante la pérdida de un ser que nos acompañó toda una vida, no existen palabras que den explicación, consuelo o esperanza. Todo es dolor, todo es pérdida, es querer dejar la propia vida en el recuerdo del otro.
En este estado de ánimo llegué a estos dos libros: Una pena en observación de C.S. Lewis y El manto, de la chilena Marcela Serrano. Ambos compartiendo sus pérdidas más significativas, Serrano, la de su hermana y Lewis la de su mujer. Al leerlos se encuentra el lector con un otro adolorido que de alguna manera brinda consuelo, un otro que siente como la vida pierde su habitual sentido para encaminarse por otros rumbos, el de la no presencia, la no compañía, el vacío.
Me sentí más tocada por Lewis, quien, en ciertos parajes, con su conocido talento, trasluce ese sufrimiento intenso que en estos momentos quisiera ser capaz de expresar: "¿No son todas estas notas las contorsiones sin sentido de un hombre incapaz de aceptar que lo único que lo único que podemos hacer con el sufrimiento es aguantarlo? Un hombre empeñado en seguir pensando que hay alguna estrategia (que es cuestión de encontrarla) capaz de lograr que el dolor no duela".