Justo cuando acababa de terminar un libro de Samanta Schwenblin voy a una librería y lo primero que encuentro sobre el mesón de los destacados es un libro de la misma autora, La respiración cavernaria en versión ilustrada por Duna Rolando. Pensar que nunca me había encontrado con esta autora y ahora en el transcurso de una semana la tenía doblemente presente. Una señal para leerla con más entusiasmo.
El relato La respiración cavernaria, como sus otros cuentos, es fuerte, opresivo y angustiante. Presenta la vejez, solitaria y trastornada, de una mujer que solo desea morir, con una intensidad que lleva también al lector a ansiar su muerte. Además de la excelente calidad literaria, resulta grato leer en compañía de ilustraciones, generalmente asociadas a los niños pero que a nosotros los adultos también nos gustan e inspiran. ¡Bien!, aunque para mi gusto se podría haber aprovechado mejor la interacción texto e imagen.